A este tratamiento médico-estético también se le denomina celulolipólisis.
Es un tratamiento que, en función del electrodo de aplicación que se emplee para el paso de corriente, se puede clasificar dentro de los tratamientos de Medicina Estética, cuando sus electrodos se implantan en la piel mediante finísimas agujas o en tratamientos estéticos, sus electrodos se aplican superficialmente sobre la epidermis en forma de placa.
La electrolipólisis es la aplicación de una microcorriente que ofrece resultados aceptables para celulitis localizadas y discretas y permite una corrección del volumen corporal. Como no es, en ningún caso, un tratamiento definitivo para la eliminación de la celulitis y los tejidos grasos, es muy recomendable asociar la electrolipólisis con otros programas dietéticos, de tonificación muscular y otros tratamientos locales, como la mesoterapia.
La electrolipólisis permite eliminar acumulaciones de grasa en zonas corporales que no se solucionan con dietas y ejercicios, como las partes internas de los muslos o las rodillas, entre otras. Se trata de la aplicación de una microcorriente, corriente variable de baja frecuencia e intensidad, microamperios y una mínima duración de pulsos, nanosegundos.
En tratamientos estéticos, lo que se hace es sustituir el electrodo de aplicación de la corriente. Es decir que, en lugar de emplear las agujas para inyectar la corriente en el interior del tejido graso, método por lo tanto invasivo, se emplean electrodos en forma de placa, superpuestos en la superficie de la piel que transmiten el mismo tipo de corriente de forma más superficial método no invasivo. Son muy efectivas estas corrientes aunque se apliquen superficialmente, ya que estimularán desde la superficie de la piel hasta su interior de forma sutil y agradable para el cliente.
¿Qué se consigue?
Tras la aplicación de la electrolipólisis, lo que se consigue es un aumento de la temperatura muy localizado, con la consiguiente estimulación metabólica, que se favorece por la estimulación electrolítica que da lugar al cambio de polaridad de las membranas celulares con el consiguiente gasto calórico. Además, se produce la liberación de enzimas proteolíticos que favorecen la hidrólisis de las grasas. Los desechos generados tras la aplicación de la electrolipólisis se quedan depositados en la zona de tratamiento, por lo que es indispensable que, tras una sesión de este tipo, se aplique cualquier otro sistema de drenaje de desechos, bien sea de tipo manual mediante el drenaje de los desechos hacia los filtros orgánicos o por medio de electroestimulación por gimnasia energética, presoterapia, endermología, etc.
En medicina estética, estas microcorrientes se aplican mediante la implantación por pares de agujas desechables y muy finas, de aproximadamente unos 10 o 20 centímetro de longitud y semejantes a las de acupuntura, insertadas en el tejido graso de forma paralela a la epidermis. A través de las mismas, se hace pasar una corriente eléctrica de baja densidad, cuyo efecto principal es provocar la liberación del contenido graso de los adipositos. Además, mejora la circulación local, incrementa el calor local, favorece la producción local de ciertas hormonas que intervienen en la combustión de las grasas, aumenta la actividad celular en general y tonifica las estructuras cutáneas. Todas estas aplicaciones se deben a que esta microcorriente actúa sobre la estimulación de la microcirculación, y de las fibrillas musculares, mejorando el aporte nutricional de los tejidos, tonificando la epidermis y las fibras musculares.
Con este tipo de tratamiento se obtiene una apreciable reducción del volumen local.
Cada sesión suele completarse con un drenaje linfático manual, que favorece la eliminación de las grasas liberadas o con la aplicación de otro tipo de aparatología que favorezca el drenaje de los catabolitos grasos, como pueden ser la endermología (LPG), la presoterapia e, incluso, la aplicación de gimnasia pasiva energética.